Saturday, June 6, 2009

El rocio.


Losolores difieren mucho de los que en ese mismo instante se pueden estar sintiendo en cualquier capital de nuestro país y en especial de nuestra Andalucía. No es incienso, es una mezcla de tomillo y almoradux, romero y sal, resina y castañuela que desde Doñana lo abarca todo.
No hay música de bandas de fondo: sólo algún recuerdo del Coto, de algún real con su collera y de los ánsares en la lejanía de su Cerro y sobre todo .... el viento.
Las aves revolotean por la Madre de las Rocinas, aún con agua si las lluvias han sido generosas, buscando sus encames nocturnos, mientras la procesión va enfilando por la Hdad de Huevar, con su cantinela de rezos. Las velas que arden en el lateral de la Ermita, rinden su homenaje de cera al que nació de la Mujer Inmaculada y que ahora baja a nuestro nivel para redimirnos.
El frío de la tarde marismeña roza a Jesús que en su desnudez cuelga de la Cruz agonizante, a la par que la mirada de Maria se pierde en la espadaña de la Ermita. Mientras, Don Diego, sigue desgranado monótonamente el Santo Rosario y se sigue produciendo el goteo como gotas de cera de Avemarías, una veces cantadas y otras veces recitadas.
Se rodea la Ermita y se apunta hacia El Real. Sigue la cantinela ...."Dios te salve María...."

El monumento que conmemora la coronación de 1919, rodeado de sus palmeras, ve pasar a Dios hecho hombre en la Cruz. Se coge la esquina de Huelva y salimos al antiguo eucaliptar. No hay Simpecados esperando sobre la fría arena: sólo los altos eucaliptos que cuelgan sus ramas a la funerala. La noche se ha cerrado sobre la marisma y la velas alumbran el camino.
Arriba, en las alturas, Dios Padre, con el sufrimiento de ver morir a un hijo, enciende la bóveda celeste con candiles para amparar al suyo en su agonía.
Tras casi una hora desde que salió, la comitiva llega a la puerta de la Ermita y sobre su blancura inmaculada, salpicada sólo por lo nidos, se recorta la Cruz. Jesús ha muerto.
Desde su altar, María del Rocío espera para recibir a su hermana Dolorosa y se prepara para consolarla hasta la Vigilia de la Resurrección en que las dos se refundirán en la alegría de la vida
A paso lento, muy lento, como cuando hacemos el camino de vuelta "un paso atrás y otro alante", el paso se acerca hasta el Altar y ocupa una de las naves laterales. Una última oración al pie de Maria.

Una vez más, se vuelve a repetir una de las siete palabras: "Todo se ha consumado"

Merece la pena ir a verlo y acompañar a nuestro Señor en su sufrimiento

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